En una época; en la que en el Perú todo eran malas noticias: crisis económica, social, moral, administrativo, los del futbol siempre perdiendo, etc.; un grupo de aguerridas deportistas empezaron desde principios de los '80 a destacar a gran nivel, ya no sólo latinoamericano sino mundial, debido a sus triunfos cada vez más seguidos en el mundo del voleibol femenino. Fue una época gloriosa para el deporte en Perú, tanto que en la calle hasta los propios hombres reconocían lo que era vox populi en todo el país: que ellas eran las únicas que sacaban la cara por Perú, las únicas que traían la alegría por sus triunfos a toda la nación y hasta que tenían que ser mujeres (por que de los hombres no se esperaba nada) las que al final pusieran el nombre del deporte peruano y el país en alto. Fueron potencia mundial en este deporte, llegando a ser hasta 12 veces campeonas sudamericanas, su logro más alto fue ganar la medalla de plata en voleibol femenino en las Olimpiadas de Seul '88, partido el cual perdieron en el quinto set y sólo por 17 a 15, un partido no apto para cardiacos. Aunque ese gran periodo acabo, aún hoy las nuevas canteras siguen esforzándose y luchando por emular a su grandes predecesoras.
Liliana
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