Don Quijote de la Mancha1 (
pronunciación (?·i)) es una novela escrita por el español Miguel de Cervantes Saavedra. Publicada su primera parte con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha a comienzos de 1605, es una de las obras más destacadas de la literatura española y la literatura universal, y una de las más traducidas. En 1615 aparecería la segunda parte del Quijote de Cervantes con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.

Don Quijote fue la primera obra genuinamente desmitificadora de
la tradición caballeresca y cortés, por el tratamiento burlesco que da a
la misma. Representa la primera obra literaria que se puede clasificar
como novela moderna y también la primera novela polifónica, y como tal, ejerció un influjo abrumador en toda la narrativa europea posterior. En el año 2002 y a petición del Norwegian Book Club
se realizó una lista con las mejores obras literarias de la historia.
Ésta sería realizada con las votaciones de 100 grandes escritores de 54
nacionalidades distintas, apareciendo las obras en estricto orden
alfabético, para que no prevaleciese ninguna obra sobre otra, pero por
unanimidad se hizo una excepción con "Don Quixote" que encabezó la lista
siendo citada como "el mejor trabajo literario jamás escrito".2
El Romanticismo inició la interpretación figurada o simbólica de la novela, y pasó a un segundo plano la lectura satírica. Que muelan a palos al caballero, ya no le hizo gracia al poeta inglés Samuel Taylor Coleridge. Don Quijote se le antojaba ser «una sustancial alegoría viviente de la razón y el sentido moral», abocado al fracaso por falta de sentido común. Algo parecido opinó en 1815 el ensayista William Hazlitt: «El
pathos y la dignidad de los sentimientos se hallan a menudo disfrazados
por la jocosidad del tema, y provocan la risa, cuando en realidad deben
provocar las lágrimas». Este Don Quijote triste se prolonga hasta los albores del siglo xx. El poeta Rubén Darío lo invocó en su Letanía de Nuestro Señor don Quijote con este verso: «Ora por nosotros, señor de los tristes» y lo hace suicidarse en su cuento DQ,
compuesto el mismo año, personificando en él la derrota de 1898. No fue
difícil que la interpretación romántica acabara por identificar al
personaje con su creador. Las desgracias y sinsabores quijotescos
se leían como metáforas de la vapuleada vida de Cervantes y en la
máscara de Don Quijote se pretendía ver los rasgos de su autor, ambos
viejos y desencantados. El poeta y dramaturgo francés Alfred de Vigny imaginó a un Cervantes moribundo que declaraba in extremis haber querido pintarse en su Caballero de la Triste Figura.
M.J
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