La crisis institucional a largo plazo que implica la apuesta soberanista de Artur Mas se ha visto superada por otra mucho más inmediata en las últimas horas de la campaña electoral catalana.
Las acusaciones de corrupción a cuenta del supuesto borrador policial
que incriminaba al líder de CiU han convertido esta campaña en la más
dura de los últimos 25 años. La espiral culminó ayer con Artur
Mas acusando directamente a Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno,
de estar al corriente de la guerra sucia de la que se siente víctima; con el fiscal general del Estado descalificando al fiscal superior de Cataluña por querer investigar la filtración
del borrador policial; y con el enfrentamiento público de la Policía
con el juez del caso Palau. Lo nunca visto en campaña electoral.
Artur Mas ha visto cómo la filtración del borrador policial que le
acusaba de tener cuentas en Suiza con dinero procedente del Palau de la
Música ha desbaratado su estrategia de centrar la campaña en hablar del
proceso soberanista. A pesar de ello, la gravedad de las acusaciones, el
momento de su filtración y las enormes dudas sobre la veracidad y
procedencia de las informaciones han hecho que Convergència haya
convertido los ataques en un argumento a su favor: van contra las
aspiraciones de Cataluña, repite Mas de forma incesante.
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Teresa
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