Las fechas señaladas son muchas veces pretextos para dedicar un día a personas, hechos o fenómenos que centran nuestra atención todos los días. Tal es el caso del día dedicado a las madres, a los padres, y del 25 de noviembre, proclamado como el día internacional para condenar la violencia de género. Realmente durante los 365 días del año, debemos enfrentarnos con fuerza a todo tipo de violencia contra ese género que peyorativamente muchos todavía en pleno siglo XXI, califican de débil, a pesar de que asume como un acto de amor el parto, la lactancia, la maternidad y no pocas veces enfrenta sola la educación y crianza de los libros, la atención de los ancianos, congugando estas responsabilidades con el resto de las labores que integran hoy el mercado doméstico y laboral.
Creo que todas estamos expuestas a la discriminación de género, aún desde el claustro materno . Con frecuencia la grávida siente el acoso familiar esperando que nazca un niño. No pocas veces es incluso criticada por no saber "hacer varones" cuando da a luz una niña, a pesar de que quien determina el sexo es el padre. Antes de nacer tenemos predetreminados colores, juegos, tareas. Desde que las niñas entran en las guarderías y los colegios, deben soportar el frío usando faldas, sin poder alternar con uniformes que les permitan el uso del pantalón. Las niñas crecen viendo a las madres comer de últimas, cuando comen; descansar poco cuando descasan. La presencia femenina es predominante en los colegios, en los centros pediátricos, ayudando a los hijos en sus deberes.
Aún así, las trabas del mercado laboral, son siempre más fuertes para las féminas. La condición de mujer e incluso de embarazada, lejos de concederle prioridad, muchas veces es una limitante y otras, un impedimento para acceder a varias ofertas de trabajo. Ni qué decir si encima la mujer es inmigrante. Paradógicamente, los Estados desarrollados expresan su alarma por las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento poblacional. No hay peor ciego que el que no quiere ver, la causa es tan simple, como que se le están cortando las hojas a ese árbol natural de la vida, que somos las mujeres. Unamos entonces nuestras voces para que al menos no se nos tale la esperanza de conquistar un mundo mejor.
Belkis
BELQUIS.-Me ha encantado la imagen y tu artículo, porque lamentablemente es la realidad actual y especialmente porque me encuentro muy identificada con todo lo que me esta sucediendo ahora por estar embarazada y solo espero que con el tiempo desaparesca esta discriminación.
ResponderEliminarno podemos cambiar a los demas de la noche a la mañana,si no es cambiando nosotras mismas, de dentro a fuera y poco a poco iremos conquistando el mundo,con paciencia y teson,con entusiasmo y constancia, concentrandonos en mejorar cada una podremos hacer girar al mundo hacia el lado contrario.De otro modo solo gritamos en el desierto,nos damos cabezazos contara la pared y desgastamos fuerzas.Si no nos tratamos bien a nosotras mismas esto será una anecdota en la historia.
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